domingo, 15 de septiembre de 2013

Volveré a ti, Granada.

Montañas pálidas mal depiladas
De hileras de olivo.
Un monte alto en Granada,
Un castillo.
Allí la vi
Corriendo por sus callejuelas
Y dejando migas de pan
Una niñita contenta.

¿Dónde cruzaremos el umbral?
¿Cuándo se fueron las palomas?
¿Me sabrías decir, pequeña?

Me ha drogado un golpe de felicidad,
La fantasía me ciega.

¿Cuándo cruzaremos el umbral?
¿A dónde me llevas?

Pasé la noche borracho entre las piernas
De Granada,
Se me volaron las horas.
No supe que decir en lo alto del monte,
Y el castillo. Yo la vi
Lanzando globos
Que después
Estrellas. Yo la vi
Guiñarme el ojo
Y después
senda...

Volveré a ti,
Granada;
Símbolo del casorio
Con la música.
Volveré a ti,
Granada;
Como forastero
De amor nativo
A las montañas pálidas
Mal depiladas
Con hileras de olivos.

martes, 10 de septiembre de 2013

Son curiosos los movimientos estelares

Son curiosos los movimientos estelares:

¿Qué lógica sigue el Cosmo? ¿Cómo ruge el universo? ¿Cuándo explotan de estrés los grandes cuerpos? ¿Si nos movemos todos, qué hacemos? ¿Si saltamos todos, hacia dónde nos movemos? O por ejemplo, también tiene su aquel la historieta que se trae el Sol con la Luna. No me digan que nunca lo pensaron, el sol es tonto. La mayor de las rutinas que puede existir en todo el mundo y en todas las galaxias es la del sol. Y todo por ser estúpido y cabezón.

A ver, por una parte, Ella tiene sus cosas. Pero es que el Sol la conoce, jolines. Si lo hubiese dicho al principio, que no le gustaba eso, pues no pasaría nada. Bueno, nada; que sería todo distinto para nosotros. Pero eso a ellos, plin. Al principio sí que se querían un montón, e iban haciendo todo el día tontadas por ahí. Tontadas de enamorados. Lo que pasa es que la Luna se pasaba de loca. Le volaba la cabeza al pronto y se le ocurría cada bobada... Demasiadas. Y al principio está bien y es gracioso, pero acaba cansando un poco –como todo-. En realidad, todos los cuerpos celestes son iguales que Ella, sin cabezas. La Luna le hacía muchas perrerías al Sol. Nada del otro universo, algunas bromillas, chistes, chascarrillos y demás. Lo que más molestaba al Sol era que lo humillase delante de todo el mundo –y todos los mundos-. Porque eso le ponía malo. Malo, malo.

¿Ustedes saben que el sol por la noche se pone gigante, no? ¿Saben eso de que se infla? ¿Por qué se creen que se va siempre, más o menos, a la misma hora? A ver, cuando se pone ya la tarde; Cuando se pone el Sol, ¿No se vuelve enorme? ¡Pues sigue creciendo más y más cuando dejamos de verle! Y los que estuvimos lo sabemos, la Luna se burlaba mucho de eso. Y el sol, el pobre, era muy bueno y muy tontón. La Luna le decía: “¡Cabezabuque!” o “¡Tienes más cara que nadie!”. Y tenía mucho arte: Se inventaba todos los días una cosa que decirle. Era tremenda. Y el Sol, el pobre, se ponía tan grande y tan rojo…

En verdad no es del todo la culpa suya, de Ella. El Sol se lo pudo decir hacía mucho tiempo, pero que mucho tiempo: “Mira, Luna, me molesta tal y tal, y me gustaría que dejases de hacer tal y tal…” No es tan difícil, hombre. Pero Él lo fue acumulando dentro de sí, poco a poco, y al final reventó. Como rompen los globos de helio cuando tocan el cielo, cuando los inflan sin cuidado. No se cómo no reventó antes, con lo gordo que se ponía.

Pero francamente el Sol estaba -y está- enamorado de la luna, y cuando se cabreó la siguió queriendo. Solo que es más terco que un mulo. Dijo: “¡Nunca más te vas a burlar de mí aquí!”. Y empezó a salir sólo de día, cuando nadie salía a la calle (que para ellos es, lo que nosotros vemos como, el cielo). Eso es una putada. Pero el problema no fue ese en verdad. La noche que Él dijo eso la Luna se echó a llorar mares, le suplicó, le juró que nunca volvería a decirle nada de eso, le besó hasta en, en, en… ¡Todos lados! Pero él decía que no, que no quería cambiarla, que ella lo hacía por piedad y él decía que eso tendría que haber salido sólo… ¿No es tonto? Pues estaba claro que ella no sabía cuán molesta se le hacía la noche al Sol. Él la decía que saldría por el día solamente y que ella le visitaría cuando quisiese, cuando “le saliese sólo”. Le dio un beso en la boca, un besazo en cada moflete y se fue por donde cada noche venía.

Os aseguro que es mucho más putada para el Sol de lo que creen. De esto hace mucho y, ¿Saben lo que es para el Sol no poder ver a su amada cuando se pone? Porque por las noches la Luna tiene oficio y se gana algunas pelas haciendo tratos con pescadores. Por lo que no puede faltar todos los días e irse con el Sol para siempre; aunque quisiera ¿De qué viviría sino? Sol no trabaja de nada, solo calor. Es por eso, ¿Os habéis fijado en esos días que la Luna no sale cuando anochece justamente? ¿Por qué creen que es? El Sol, que estará malísimo, la habrá ido a buscar nada más ponerse –seguramente-. Muchas veces la retiene hasta que amanece, y aún le quedan fuerzas para poder salir a hacer sus paseos. Rutina de vida diurna.

La Luna también hace por verle adrede, y sale por el día a acompañarle. Eso es tan hermoso, ¿Lo vieron alguna vez? ¿El Sol y la Luna de día tomándose un café con leche o paseando en bici? Eso es hermoso. Esos son los días buenos; en los que pasan cosas buenas que te van cambiando la vida, poco a poco. En esos días, yo creo, el ser humano se da cuenta de lo bonito que es todo, de lo fácil que es la vida. Y hacemos cosas buenas, que harán bien.

Hoy es 12 de Invierno empezado; la Luna ha salido a la calle a buscarlo. Tú y yo hemos quedado. Ellos fueron a un restaurant. Tú y yo nos tomamos una cerveza. Ellos salieron y se quedaron mirando. Tú me acercaste el gesto. El Sol iba a atardecer. Tú estabas ardiendo. Ellos se besaron. Nosotros comenzamos a hacerlo por primera vez en tiempo, en pro de besarnos por mucho más tiempo. Y lo seguiremos haciendo. Los dos:



Luna                                                       y                                                         Sol




Tú                                                          y                                                          Yo.