domingo, 12 de mayo de 2013

De uno que creyó entender


Una hormiguita subió por el tallo,
Y se tambaleó jugando con las demás,
Y se tambaleó el tallo; nos tan callados.
El tallo movió otro tallo,
Ese tallo movió su flor,
Su flor movió los pétalos
Y esos pétalos, una abeja,
Que comenzó a flotar.
Nos tan callados.

Zumba más
La abeja
Que nuestros
Labios,
Zumba y nos
Prohíbe escucharnos.
Se acercó
La abeja
A tu boca
-¡Justo la abrías!-
Y tamborileó algo
En uno
De tus
Suspiros;
Y
Tú,
¿Lo dijiste?

La abeja marchó y el ruido sellando tus labios
Y tú y ya no decías y nada y me sonreías y feliz;
Y yo no sabía y qué hacer, ¡Qué tortura! Y, ¿Lo dijiste?
No sé si entendí
Qué lograste entonar,
¡¿Qué cosa?! ¡¿Te calló la abeja?!
Dime, porque se imaginó mi oreja que decías

-silencio de negra-

“Te quiero.”

Me he vuelto loco… ¿Lo dijiste?

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